La situación energética actual, es una realidad de contrastes. Ahora más que en otra época se agudizan los problemas energéticos, por un lado, se hace más evidente el agotamiento de los combustibles de origen fósil, se agravan los problemas ambientales que generan su explotación, transporte y uso, las diferencias sociales y económicas empeoran por la falta de acceso a las fuentes y las tecnologías energéticas, por otro lado, hoy en día existe un conjunto de soluciones relacionadas con las energías alternativas que intentan diversificar el modelo energético actual, se formulan políticas energéticas que se enmarcan en la sostenibilidad y se busca suplir las necesidades energéticas de una manera más responsable y adecuada que no afecte la vida en el planeta. Sin embargo, los problemas persisten y parecen superar las soluciones, aquí vale la pena preguntar ¿qué hace falta? La respuesta es clara, falta educación, pero ¿qué tipo de educación?
En el marco de la educación científica, tecnológica y ambiental se han propuesto y desarrollado formas alternativas de educación (Aikenhead, 2005; Gadotti, 2002; Furió, Carrascosa, Gil Pérez, & Vilches, 2005; Sauve L. , 2011; Tula Molina, 2011; Vilches & Gil, 2003), temas y problemas que se deben abordar en dichos procesos de educación (Ballenilla, y otros, 2006; Conesa García, 2000; Edwards, Gil, Vilches, & Praia, 2004; Lopéz Alcatud, 2007) y el sentido de la educación (Acevedo Díaz, 2004), todas acertadas en tanto que promueven la educación de los ciudadanos para que hagan frente a problemas reales que padece hoy la humanidad, que sin duda alguna, sirven como referente para adelantar procesos educativos en otras latitudes, sin embargo, son intransferibles en su totalidad porque no alcanzan a reconocer aspectos contextuales fundamentales, además, en su gran mayoría atienden problemáticas amplias y generales como la ambiental, pero que por su misma amplitud se diluye en diversos discursos y acciones esporádicas que no alcanzan a que los ciudadanos comprendan y transformen la realidad que estudian.
Frente a lo anterior, se considera necesario y pertinente centrar la atención en problemáticas particulares como la energética, donde los procesos educativos de ciudadanos se hacen fundamentales, porque las soluciones en términos de desarrollos científicos, tecnológicos y/o de políticas energéticas aunque necesarias e importantes no son suficientes, ya que lo que se requiere es la formación de ciudadanos alrededor de contenidos conceptuales, procedimentales, axiológicos y actitudinales en relación a lo energético, por las implicaciones que tiene en la vida de ellos y sus comunidades y por la importancia conceptual que tiene en la construcción del conocimiento científico especialmente en la física, ya que el concepto de energía se considera un concepto articulador, y ahora se propone como una concepto transversal de la ciencias naturales y sociales, que permita comprender y transformar la realidad energética
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