
Las emociones se han constituido como un componente fundamental en los procesos de enseñanza-aprendizaje, conformando lo que en el individuo se conoce como inteligencia emocional. Estas surgen de manera natural desde el nacimiento, pero es a partir de ese momento que debe iniciarse su regulación y educación. Este proceso requiere un acompañamiento constante por parte de la familia y la escuela. En un país como Colombia, donde la violencia familiar y el conflicto social tienen un impacto profundamente negativo, especialmente en niños y jóvenes, se hace imprescindible la formación de profesores capaces de contribuir al desarrollo de este campo, ya sea desde las ciencias naturales o cualquier otra área del conocimiento.
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