La pasividad es la esfera de donación absoluta. Antes de poder reflexionar sobre: (1) el mundo; (2) la vivencia subjetiva de mundo; y, (3) la comprensión de nuestra vivencia subjetiva de mundo, estos ámbitos o esferas de la experiencia se dan o se donan. Cuando en la tercera instancia se despliegan las funciones trascendentales del yo, hay vivencia previa. Se valida, entonces, la tesis: “conocer es reconocer”1. Y, aunque sólo llegamos a saber sobre los ámbitos uno y dos de la experiencia por el despliegue de la función trascendental del yo, éste es sujeto: enlace de la materialidad del cuerpo -dado espacialmente- y de la espiritualidad -mera fluencia indivisible-.
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