He sido profesora de inglés por doce años en los que he tenido la oportunidad de enseñar en distintos contextos que van desde la universidad hasta colegios, desde estudiantes de segundo grado, a adultos y profesores. Creo firmemente que nuestra profesión necesita de una constante reflexión y la investigación permite naturalmente que lo hagamos. Es así, que en mi pregrado y postgrado me embarqué en la investigación que me llevó a caminos muy atractivos. Mi interés por entender el género siempre ha estado presente en mi vida, probablemente se deba al hecho de que crecí en una familia conformada en su mayoría por mujeres. Recuerdo haber realizado mi primer ejercicio investigativo cuando era estudiante de grado once en el colegio, pero sería en mi maestría que lograría estudiar el género en el contexto de enseñanza del inglés.

En 2009, cuando supe que iba a trabajar en un colegio que seguía un modelo con perspectiva de género, me emocioné bastante porque pensé que los colegios estaban por fin entendiendo la igualdad de género y la necesidad de ser más incluyentes. Sin embargo, el atractivo término se volvió algo confuso al darme cuenta de que se trataba de un colegio mixto en donde niños y niñas estudiaban en salones distintos. Como profesora, traté de embarcarme en esta idea, que parecía más un experimento que un modelo educativo, para darme cuenta de que era el escenario perfecto para estudiar el género y la enseñanza de la lengua.