La educación superior en Colombia, en los últimos diez años, muestra grandes avances en cobertura y calidad (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico [OCDE], 2016). Sin embargo, un análisis comparativo entre zonas urbanas y zonas rurales dispersa evidencia grandes diferencias en materia de cobertura, años de escolaridad, deserción y resultados en las pruebas Saber 11, entre otros aspectos. Diferencias históricas que resultan principalmente del aislamiento geográfico, la pobreza multidimensional, el conflicto armado y la migración de la población joven.

En este contexto, el problema más grande que se enfrenta para desarrollar la educación en el campo es que el reto es dual. Por un lado, se tienen que superar carencias y desigualdades en el territorio, carencias difíciles de suplir, como una cobertura menor que la de las grandes ciudades, peor infraestructura educativa, dificultad en el transporte escolar y limitaciones en el número de profesores, lo que lleva a una gama limitada en la oferta.