Este documento, a manera de ensayo, enfatiza en los escenarios de crisis global ambiental (climática y sanitaria) y en cómo se deben dar cambios radicales en el conocimiento y su asociación con la economía y la política, demandando un nuevo contrato social para las ciencias, las prácticas de los científicos y las estrategias formativas de la educación en ciencias. Redirigir el mundo a escenarios no catastróficos requiere de una ciencia desacelerada, posnormal, transdisciplinar y de diálogo de saberes, que vincule hechos, valores y prácticas; en escenarios de conflictos, incertidumbre y de partes interesadas, lo que es central para orientar políticas oportunas que den seguridad a la sociedad. Al final, se muestra que la participación social en la toma de decisiones exige formación educativa crítica y argumentativa, para discernir posiciones polarizadas políticamente, cargadas de posverdad, negacionismo y pseudociencia, por lo que perspectivas como las cuestiones socioambientales se vuelven estratégicas.