El éxito ha dejado de ser un término que se asocia con resultados positivos, reconocimientos sociales o triunfos morales; ahora, pensar en dicho concepto remite a un solo tipo de éxito: el económico, pues se suele caer en la simplicidad de anhelar un título profesional que prometa estatus, riqueza y fama. Con el progreso sucede algo similar, pues no se piensa en un progreso social sino individual, no en uno espiritual sino material. El siglo XXI brinda al egresado posicionarse en el mercado laboral, adquirir un trabajo que implique realizar labores precisas y que se ajusten a lo que estudió, al mismo tiempo que puede obtener un ingreso que con otro programa no conseguiría. Estas promesas tienen nombre y apellido: carreras profesionalizantes, y son las que se encuentran día a día en crecimiento exponencial. (....)
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