En el marco de esta propuesta de investigación se hace relevancia a las posturas y concepciones inmersas en la didáctica de los docentes y/u orientadores de saberes disciplinares puestos en escena en el aula frente a los procesos de lectura, escritura y oralidad. Es así como, al revisar los aportes de investigaciones sobre los procesos de lectura, escritura y oralidad se identifica una variable que influye en la comprensión y son las formas en que estos procesos se conciben y se enseñan, es, por lo tanto, crucial la manera en que estas concepciones influyen en la comprensión de los estudiantes, ya que, en el aula el docente es el experto y los estudiantes, principiantes, imitadores de modelos. En palabras de Gloria Rincón (2003) las orientaciones que el docente da en el aula son “mediadas a través de interacciones orales” que son “expresiones de unas determinadas concepciones sobre la lectura” la escritura y la oralidad; en consecuencia, la actitud de los docentes frente a la competencia comunicativa y su manera de facilitarla puede representar su concepción sobre la misma y su enseñanza-aprendizaje, y determina las mediaciones con las cuales facilita o no la comprensión lectora, escritora y expresiva de sus estudiantes.
En una primera indagación, los resultados muestran que las estrategias discursivas en la comprensión de textos que usan los docentes, con mayor frecuencia, son: a) compartir el referente, es decir identificar el tema de discusión, b) plantear constantemente preguntas que permiten la construcción de significados y c) activar los conocimientos previos de los niños. En este marco, la autora defiende su hipótesis: si los niños viven prácticas pedagógicas relacionadas con las prácticas sociales de lectura, será posible que los niños además de aprender (…) aprendan a ser responsables de la construcción de su interpretación. Ahora, se requiere complementar con los procesos de escritura y oralidad que se proyecta desarrollarla en el marco de esta propuesta.
Refiriéndome un poco a las concepciones docentes como las representaciones que se han establecido a través de la experiencia y del conocimiento, me uno a las palabras de Gloria Rincón (2003: p 21): “… La enseñanza escolar de la lectura está en manos de maestros cuya identidad está constituida por la imbricación de diversos modelos pedagógicos”, es decir que su experiencia determina prácticas que pueden no estar de acuerdo con nuevos aportes teóricos ni con políticas educativas.
En la revisión teórica que orientan investigaciones en el campo de las concepciones, únicamente de la lectura, hacen referencia al conjunto de creencias, representaciones y saberes (Cambra, 2000), intenciones y formas de ver el mundo (Pérez y Gimeno, 1987) como características que definen las prácticas sociales y, en el caso de la escuela, pedagógicas. Las creencias y representaciones se definen como proposiciones cognitivas, las primeras en una dimensión personal y las segundas en una social, compartidas por grupos de profesores y finalmente los saberes definidos como las estructuras cognitivas esquemáticas relacionadas con el proceso de enseñanza aprendizaje. Lo que compete a esta segunda investigación se complementará en los procesos de la escritura y la oralidad.
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