El texto hace un recorrido teórico que permite reconocer cómo pensar al sujeto implica apreciarlo como producto histórico y político. El sujeto no es una superficie plana y constante, sino poliédrica y variable, lo que implica dar cuenta de los procesos heterogéneos que lo configuran. Por lo tanto, interesa mirar también el otro lado de la subjetividad: su expresión pública. Lo público se vive hoy en múltiples espacios institucionales: la escuela, la familia, los medios de comunicación, la comunidad barrial, regional y nacional... Y por supuesto, es fuente permanente de conflictos, demandas, representaciones de hombre y mujer... que hace falta negociar o hacer competir con las de los otros.
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