Los modelos psicológicos que dan cuenta de las diferencias individuales en el aprendizaje han experimentado en los últimos años una gran diversificación. Evans y Cools (2011) proponen distinguir entre tres constructos teóricos importantes: estilo cognitivo, estilo de aprendizaje, y patrón de aprendizaje.

Mientras que el estilo cognitivo puede entenderse como diferencias individuales en el procesamiento de la información, ligadas al sistema cognitivo de cada persona (Hederich y Camargo, 2015; Hederich, 2007; Peterson, Rayner y Armstrong, 2009), el estilo de aprendizaje son formas preferidas de asumir, cognitiva y comportamentalmente, actividades de aprendizaje (Felder y Silverman, 1988; Peterson et al. 2009). Por su parte, el concepto de patrón de aprendizaje (derivado del enfoque SAL)1 tiene que ver con aproximaciones estratégicas a situaciones de aprendizaje, generalmente en respuesta a condiciones del entorno en el cual se lleva a cabo el proceso (Biggs, 1987; Schmeck, 2000; Handley, Newstead y Wright, 2000).