Desde la década de 1990, la presencia de tecnologías y medios digitales en red (llamadas genéricamente TIC o nuevas tecnologías), en la vida de las personas, ha modificado progresivamente procesos fundamentales del mundo de la vida, especialmente las formas de percepción humana, los procesos de socialización y de sociabilidad, los modos de adquisición de la información y el conocimiento, e incluso los mecanismos que hacen posible el aprendizaje. Algunos autores, situados en la versión entusiasta y en la apología a las tecnologías digitales, suelen interpretar este escenario como una revolución creciente que promete mejorar las condiciones de vida y asegurar el progreso. Otros, ubicados en el carácter apocalíptico de las tecnologías de información y comunicación, asocian este fenómeno con la deshumanización, el fetichismo y el espectáculo, perspectiva que observa en este escenario contemporáneo una suerte de retroceso, en el que relatos asociados con la comunidad, la ciudadanía y la formación se banalizan, además de resultar alterados por los efectos del mercado, el consumo y el autodiseño del sujeto, en el marco de la emergencia de las llamadas sociedades de control (Deleuze, 2006; Lazzarato, 2006)