En ciencias, podemos decir que un “modelo” es una representación parcial de una idea, objeto, evento, proceso o sistema creado con un objetivo específico (Gilbert, Boulter y Elmer, 2000). Los modelos se usan para numerosas funciones, siendo algunas de las más importantes simplificar fenómenos complejos (Rouse y Morris, 1986), favorecer la visualización de entidades abstractas (Bent, 1984; Francoeur, 1997), fundamentar la interpretación de resultados experimentales (Tomasi, 1988), consolidar el desarrollo de explicaciones, fundamentar la proposición de posibles predicciones (Mainzer, 1999), entre otras.
Como representaciones, los modelos son generados a partir de ideas, de construcciones internas en la mente del individuo. Por eso se hace necesario realizar la distinción entre modelos mentales –las representaciones que existen solamente en la mente de cada individuo– y modelos expresos –aquellos que son comunicados a través de cualquier modo de representación: concreto (tridimensional), visual (bidimensional), computacional (pseudo-tridimensional), verbal, matemático, gestual– o combinaciones de esos modos (Gilbert y Boulter, 1995). La expresión de los modelos en algunos de esos modos de representación contribuye significativamente a que entidades inaccesibles o abstractas puedan ser visualizadas.
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